martes, 27 de junio de 2017

Una partida de miradas

Acorralando al rey con un caballo,
y la exquisita sensación de triunfo
se derramaba en la sonrisa despiadada,
clavada fija la mirada
sobre el siguiente movimiento corto
de mi alma torturada.

Pero yo por dentro siento deleite
porque la sonrisa hermosa de su rostro
no ha acorralado al rey solamente
sino también al corazón
del que empuña y siente
al escribir estos versos.

Si tan solo supiera
qué movimiento me hubiera
llevado en diagonal, de frente o sobre las piezas,
directo a la compasión para este loco enamorado,
que le ha declarado la guerra
a las impertinentes circunstancias.

Mi reina murió por proteger al rey agonizante,
mientras tanto, y esta vez y aunque parezca ridículo
el insignificante peón muere entre delirios
por la reina despiadada que con su rey acaba.

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